TRILOGÍA
DEL AMOR HALLADO
A 1
Está solo,
sentado en una plaza,
los otros,
ellos,
ellas,
en multitud se acercan,
y pasan,
y le miran,
y se miran,
se detienen los ojos en los ojos
y enmudecen las miradas.
Por un instante fugaz,
o casi eterno,
las almas se encuentran,
se tocan, se estremecen,
se desean.
Quizá tan solo un beso,
un abrazo,
una lágrima.
Tal vez, tan solo una palabra.
Mas,
todos pasan,
se alejan,
se pierden,
se esfuma una esperanza.
Y el queda solo.
Tendida su belleza displicente
en el banco de una plaza.
A 2
En la profundidad
de la noche
se miraron.
En que difiere
la avidez de sus miradas
de la tuya
o de la mía?
En su coraje quizá
o en su inocencia.
Arropados
por el tibio celaje
de la hierba
y el tacto suave
del rocío,
se durmieron
Despertaron
al murmullo de las alas
y la ternura de los silbos.
Sonrientes,
Se miraron.
Y por distintos caminos
se perdieron.
A 3
De nuevo
se encontraron.
Puede el tiempo,
la huida,
la distancia,
disipar
el signo de aquel agua,
la tersura del aceite,
la eternidad de la palabra?
En realidad,
la ofensa,
la traición,
el abandono,
jamás
lo habían separado.
El uno intuía la luz permanente
de sus ojos,
el otro perseguía la sombra vacilante
de sus pasos.
Así,
otra vez se reencontraron.
Intenso fue el beso y el abrazo,
de dos seres
que nunca se olvidaron.
se encontraron.
Puede el tiempo,
la huida,
la distancia,
disipar
el signo de aquel agua,
la tersura del aceite,
la eternidad de la palabra?
En realidad,
la ofensa,
la traición,
el abandono,
jamás
lo habían separado.
El uno intuía la luz permanente
de sus ojos,
el otro perseguía la sombra vacilante
de sus pasos.
Así,
otra vez se reencontraron.
Intenso fue el beso y el abrazo,
de dos seres
que nunca se olvidaron.