23 agosto 2006

CURRICULUM VITAE


I. DATOS PERSONALES
Godoy, Florencio
Colombia 751 – B° Yapeyú Casa 190 – CP 3400 – Corrientes, Argentina
Seudónimo literario legalizado: Florencio Godoy Cruz
Tel. 03.783-422422
E-Mail: godoyflorencio@hotmail.com


II. TÍTULOS
Profesor de Literatura, Castellano y Latín
Estudios en la Facultad de Humanidades. UNNE.
Egresado del I.S.P. (61) “Antonio Ruiz de Montoya”, Posadas (Misiones), 1968.
Maestro Normal Nacional – E.N.P. “José M. Estrada”, Corrientes.
Otros estudios
- Cursos de Filosofía – I. “Nuestra Sra. del Rosario”, Córdoba. 48/49.
- Curso de Teología – I. T. Villalba Córdoba,53/55.


III. CARGOS DOCENTES DESEMPEÑADOS
1. Antigüedad en la docencia
1.1. UNNE – FACENA 32 años
1.2. Nivel Terciario 19 años
1.3. Nivel Secundario 20 años
1.4. Nivel Primario 4 años

2. Cargos cumplidos en el Nivel Primario
Maestro de grado: Instituto “Don Bosco”, Resistencia, Chaco.
1950/52 – 1957/59

3. Cargos cumplidos en Nivel Medio
- Instituto “San José” Rosario, 52/53
- Escuela Nacional Comercio “Manuel Belgrano”, Corrientes, 69/71
- Escuela Normal Nacional “José M. Estrada”, Corrientes, 73/89
· Lengua y Literatura – 1 a 3er. Año.
· Literatura Española – 4to. Año.
· Literatura Argentina e Hispanoamericana – 5to. Año.

4. Cargos cumplidos en Nivel Terciario
1. I. P. “San José” I-27, Corrientes – 6 años
“Composición Teoría Literaria” 70/75
2. E. N. N. S. “José M. Estrada”, Corrientes – 14 años
“Lengua” P.E.P.E.
Por concurso de antecedentes 76/79
3. E.N.N.S. “José M. Estrada”, Corrientes
Prof. Interino Carrera Guía de Turismo
“Patrimonio cultural y artístico”
“Expresión oral” 78/79
4. E. N. N. S. “José M. Estrada”, Corrientes.
Profesor Interino P.E.P.E.
“Didáctica de la Lengua” 76/89
5. E.N.N.S. “José M. Estrada”, Corrientes.
Prof. Interino Profesorado de Primaria
“Lengua y Literatura I”
“Lengua y Literatura 2” 78/89
Carrera de Bibliotecología
“Historia de la Literatura” 87/88
Jefe de área Comunicación y expresión. 87/88
6. I.S.F. y C. En bellas Artes e Idiomas “Josefina Contte”, Corrientes, 7 años. 72/78.
Carrera de Declamación
6.1. “Introducción a la Literatura I”
Por concurso de antecedentes y oposición 74/76
6.2. Director de la Carrera de Declamación 74/76
6.3. Acta del Concurso
7. I.S.H. “Corrientes”
Carrera de Bibliotecología
Titular “Historia de la Literatura” 83/84
8. Dirección General de Turismo Provincia de Corrientes
Carrera “Guía de Turismo”
Titular “Literatura Correntina” 1974
9. U.N.N.E. Secretaría General de Extensión Universitaria
Curso de Periodismo. 70/73
Titular: - Lengua y Literatura 1 y 2
- Lengua 1, 2, 3.
- Coordinación Cultural
10. E.C.A.P – Escuela Correntina de Administración Pública
Cursos: - Lengua castellana
- Redacción Administrativa. 1997.


IV. CARGOS QUE DESEMPEÑA O DESEMPEÑÓ EN AMBITOS UNIVERSITARIOS

1. UNNE – FACENA 32 años 6 meses
Cátedra: Lengua Castellana
· Ayudante Diplomado 01.08.70 – 30.06.77
· J.T.P. Interino dedicación simple 01.07.77 – 30.06.77
· Prof. Adjunto Interino – Dedicación Simple 01.07.97 / 98.
Por concurso de Títulos y Antecedentes R. 186-97/13.06.97
· J.P.T. T. Competencia Lingüístico-comunicativas.
Por concurso de Títulos, Antecedentes y Oposición 98-2003.

2. UNNE – Carrera Relaciones Industriales, C. Social y Turismo
Carrera: Turismo
Cátedra: “Folklore Argentino y Regional”

Prof. Adjunto, dedicación simple 19.10.90 – 30.06.93
Prof. Titular, dedicación simple 01.07.93
Un cargo ganado por Concurso de Títulos y Antecedentes.

3. UNNE – Carrera Relaciones Industriales, C. Social y Turismo
Cátedra: “Lingüística y Técnicas de Redacción” 94/96
Carreras: Relaciones Industriales – Comunicación Social – Turismo.
Tres cargos ganados por Concurso de Títulos y Antecedentes.

4. UNNE – Comunicación Social
Cátedra “Taller Competencias Comunicativas” 97/2002
J.T.P. Contratado

5. UNNE - Dictado de Curso de Post Grado
Organizó – Secretaría General de Ciencia y Técnica
Curso: “El Artículo de Investigación, su estructura y redacción”
Destinatarios: Becarios de Pregrado - Postgrado
Investigadores y Docentes de la UNNE.
Carácter: Interdisciplinario: Lógica, Lengua Castellana, Inglés.
Comunicación.
Duración: 100 horas – octubre/diciembre 97
Evaluación: Diagnóstica – Formativa – Sumativa.
Resolución 3056/97.


V.ANTECEDENTES CIENTÍFICOS Y DE INVESTIGACIÓN
1. Trabajos Científicos o Relacionadas
a. Proyectos
1. FACENA “Tríptico Nacional – Lengua” 1975 (Inédito)
2. FACENA “Propuestas de Actualización Curricular”. 1998.
b. Ensayos publicados
1. “Configuración espacio-temporal de una identidad americana
(“Poncho Celeste-Vincha Punzó”) En colaboración.
Presentado en Simposio Internacional de Chile: “Encuentro de dos mundos”, 1989.
Publicado: Diario de Sesiones Legislatura de Corrientes. 1992.
2. “Literatura como intertualidad. La estructuración del mundo interior en la poesía
de Rolando Camozzi Barrios”. En colaboración.
Presentado en Simposio Internacional de Asunción (Paraguay). 1991.
Publicado en Madrid. 1993.
c. Textos Líricos publicados
1. “Invocación al Paraná” Poemas
1° Edición – Ediciones Verde Rama. Buenos Aires, 1977.
2° Edición – Subsecretaría de Cultura de Corrientes, 1991.
3° Edición – en versión castellana, portugués, inglés, guaraní Editorial
Vinciguerra, Buenos Aires, 1998.
2. “Invocación al grito”, Goyanarte, Buenos Aires, 1978.
3. “Invocación guaraní”, A. P. CID, Buenos Aires, 1984.
d. Textos Narrativos publicados
“De Magia y Misterios”, cuentos bilingües, Editorial Vinciguerra, 1996.

2. Textos didácticos. Fascículos impresos
1. Didáctica de la Redacción con contenidos regionales. Amerindia, Ctes., 1992.
2. Didáctica de la Descripción con contenidos regionales. Amerindia, Ctes., 1992.
3. Didáctica de la Redacción. Técnicas de escritura creativa. Amerindia, Ctes., 1993.
4. Didáctica de la Semántica. Enriquecimiento de vocabulario. Amerindia, Corrientes, 1993.
5. Didáctica de la sintaxis. Producción de oraciones. Amerindia. Corrientes, 1993.
6. Redacción y Ecología. Aula Taller. Amerindia. Corrientes, 1994.
3. Antología donde figura su obra:
· Poesía Argentina de fin de siglo, Vinciguerra, 1996.
· Cuentistas Argentinos de fin de siglo. Vinciguerra, 1997.
4. Prólogos a obras literarias
· “Epopeya americana”, Hilda Paiz, E. Paibre, Mercedes, 1982.
· “Crónica”, Poemas, May Vigil, I. Ale, Villa Angela, 1993.
· “Retrospectivo”; Leonardo Yulán, E. Metáfora, Buenos Aires, 1993.
· “Cajones”, Hadaza Milatin, Artes Offset, Corrientes, 1996.

5. Publicaciones de Extensión
1. Constancia del “Diario El Litoral”, 1976.
2. Constancia de la E.N.N.S. “José M. Estrada”, de Asesor de Publicaciones Escolares, 1976.
3. Constancia del “Diario Época”, 1976.
4. “Los géneros literarios”, Época, 13.04.76
5. “Coexistencia lingüística en los cuentos de Horario Quiroga”. El Litoral, 13.07.72.
6. “Literatura y Turismo”, Época, 11.11.74.
7. “Los cronistas del descubrimiento”, Época, 12.11.74
8. “Hacia una cultura nacional”, Época, 12.07.82.
9. “El papa y la cultura”, El Litoral, 04.02.87.
10. “Silencio de sangre”, Relato. Mies Divina, Córdoba, 1955.
11. “Mosquetero del aire”, Relato. Mies Divina, Córdoba, 1955.
12. “Un cura incendia Paris”, Relato. Mies Divina, Córdoba, 1955.
13. “Canción del río”, In Gloria, I.P. “A. R. Montoya”, Posadas, 1972.
14. “Invocación al Paraná”, Litoral, 06.11.82.
15. “Cuando se anuncia al hijo”, El Litoral, 17.10.82.
16. “Cuando ese día llegue”, El Litoral, 17.10.82.
17. Poster de Poemas Ilustrados
18. “Bahía del Sol”, Época, 2003.
19. “Sapucai”, Época, 2003.

6. Obra Inédita
1. “Paradojas”, Poesía.
2. “Poemas de la calle”, Poesía.
3. “El Arte de la comunicación”, Ensayo.

VI. DISTINCIONES, PREMIOS Y JURADO
1. Primer Premio Poesía “Semana del Mar”
Liga Naval Argentina, 1965.
Poema: “Cuando el río me llama”.
2. Primer Premio Poesía “Semana del Mar”
Liga Naval Argentina, 1966.
Poema: “Invocación”
3. Certamen Provincial a la Producción
Literatura Científica. Corrientes.
1er. Premio de Literatura. Poesía inédita, 1984.
4. Primer Premio de Cuento
4to. Centenario Fundación de Corrientes, 1988
5. Primer Premio Ensayo – Compartido.
Premio Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón. 1991.
“Estructuración del mundo interior en la poesía de Rolando Camozzi Barrios”.
6. Testimonio de la UNNE en los 25 años de servicio.
7. Reconocimiento de la E. C. “General Belgrano”, como autor del Himno de la Escuela.

Jurado
8. Gran Premio “Forti Glori”, Capital Federal, 1967.
9. Certamen de Cuentos Navideños, organizado por el Diario “El Territorio”, Posadas, 1967.
10. Concurso de “Poemas Ilustrados”, Mes de Corrientes, 1974.
Municipalidad de Corrientes
11. “Premio Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón”, Género Poesía, 1991.
Superior Gobierno de la Provincia de Corrientes.


VII. CURSOS DICTADOS EN EL ÁREA DE LENGUA PARA CAPACITACIÓN DOCENTE, AUSPICIADOS POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE, EL MINISTERIO Y EL CONSEJO DE EDUCACIÓN DE LAS PROVINCIA DE CORRIENTES Y CHACO
1. Ituzaingó (Corrientes) Literatura Infantil y su didáctica. 06-08.10.88., 31 hs. Constancia
Ministerial.
2. Santa Lucía (Corrientes) Literatura Infantil y su didáctica. 29-31.10.88, 31 hs. Constancia.
3. Itá Ibaté (Corrientes) Taller de redacción. 3-5.11.88, 32 hs.
4. Constancia de Cursos preparados y didácticos.
5. UNNE. Pcia. R. S. Peña (Chaco). Redacción con Contenidos Regionales. 20-21.12.92, 16 hs.
6. UNNE. La Escondida (Chaco). Didáctica de la Redacción con Contenidos Regionales.
04.-05.06.93, 18 hs.
7. UNNE. Virasoro (Corrientes). Enriquecimiento de vocabulario. 20-21.08.93, 18 hs.
8. UNNE. La Verde (Chaco). Descripción con Contenidos Regionales. 02-03.07.93. 18 hs.
9. UNNE. Makallé (Chaco). Técnicas de escritura creativa. 16-17.07.93. 18 hs.
10. UNNE. Santa Lucía (Corrientes). Técnicas de escritura creativa. 22-23.08.93, 18 hs.
11. UNNE. Virasoro (Corrientes). Técnicas de escritura creativa. 17-18.09.93, 18 hs.
12. UNNE. Cnel. Du Graty (Chaco). Redacción y Ecología. 20-21.05.94, 18 hs.


CURSOS DICTADOS POR LA RED FEDERAL DE FORMACIÓN DOCENTE CONTINUA
a) Por concurso de antecedentes
b) Por concurso de antecedentes y licitación de proyectos
Módulo: Lengua 1er. Ciclo 30 horas reloj por curso
40 horas reloj por cursos de proyectos

a) Constancia Ministerial de 6 (seis) cursos dictados durante 1995 y 1996.
Año 1995
Octubre: Virasoro, Escuela N° 560 30 horas
Noviembre: San Roque, Escuela N° 134 30 horas
Diciembre: Capital, Escuela N° 155 30 horas

Año 1996
Marzo: La Cruz, Escuela N° 125 30 horas
Mayo: Capital, Escuela N. “Juan Pujol” 30 horas
Junio: Goya, Escuela N° 65 30 horas
180 horas
b) Evaluación de tres cursos dictados por concurso de proyectos a través de la ECAP
Año 1997 – 40 horas por cursos.
Empedrado, Mburucuyá, Santa Lucía. 120 horas

c) UNNE – Programa Educar UNNE a todos
“Redacción Administrativa”, “Locución Radio y TV”
37 cursos, 296 horas. En carpeta Anexo. Total 830 horas


VIII. PARTICIPACIÓN EN SIMPOSIOS NACIONALES O INTERNACIONALES
1. Ministerio de Educación y Cultura de Corrientes
“La Literatura en la Historia”
Curuzú Cuatiá, Corrientes, 1987.
2. Ministerio de Educación y Cultura de Corrientes
“La historia de Corrientes y su proyección en la Literatura”
Monte Caseros, Corrientes, 1987.
3. Feria Regional de Expresiones Culturales.
“Semiótica aplicada: el discurso no verbal en narradores regionales”.
Posadas, Misiones, 1988.
4. Universidad Nacional del Nordeste
“Qué radio y qué televisión queremos”
Resistencia, Chaco, 1989.
5. XX Simposio Internacional de Literatura Expositor, Chile, 1989.
Tema: Encuentro de dos mundos.
Instituto Internacional de Lengua y Literatura. California.
6. Expositor: IX Simposio Internacional de Literatura.
Organizado por el Instituto de Literatura y Cultura Hispánico. California. Universidad del
Norte.
“Literatura como intertextualidad”, Asunción, 22 al 27.07.1991
7. Apresentados de Comunicação XIX Semana de Letras e V Seminario Internacional de
Lingua e Literatura. U.F.S.M. Santa María, 1996. R.G.D. Sul Brasil. 04-08.11.96, 40 horas
didácticas.
8. Valencia – España – Segundo Encuentro
Participante y Presentación de Libro. 2000.
9. Facilitador. Panel Desarrollo Cultural para la Integración. N.E.A.
MERCOSUR. CONADIP. Posadas, 21-23.11.96.
10. UNNE. Panelista. “Corrientes y El MERCOSUR”
Facultad de Derecho, Ciencias Sociales y Políticas. 05.09.96.
11. SADE. Moderador V Encuentro Escritores Correntinos.
Curuzú Cuatiá, 15-17.08.80.
12. SADE. Panelista VI Encuentro Escritores Correntinos.
Monte Caseros. Nov. 82.
13. V feria Regional del Libro. Participante Activo.
Alvear, 1988.
14. Disertante, 2das. Jornadas Capacitación y Concientización en Turismo.
Roque S. Peña, 16-18.05.95
15. UNNE. Disertante Secuencia del Turismo. Turismo Sociedad y Profesión.
04-06.09.97.


IX. ASISTENCIA Y PARTICIPACIÓN EN CURSOS NACIONALES E INTERNACIONALES
1. Simposio: “El Idioma Español en los Medios de Comunicación Social”. Instituto Argentino
Hispánico, Bs. As., 19-21.09.70.
2. UNNE. Secretaría General de Extensión Universitaria. Seminario Lingüística y Semiótica.
Resistencia, 4-6.09.86, 24 hs.
3. Editorial Plus Ultra “Literatura Infantil”.
Bella Vista, 15-16.10.87, 6 hs.
4. Ministerio de Educación y Cultura “Planeamiento Currículo”,
Corrientes, 21-24.04.84, 20 hs.
5. OEA, Dirección Nacional Educ. Sup. “Formación del Personal”.
Buenos Aires, Junio-Diciembre 1987, 120 hs.
6. Ministerio de Educación y Cultura “Participación Escuela Media”.
Corrientes, 1989, 9 hs.
7. Ministerio de Educación y Cultura / ISFD N°1 “Dinámica de Grupos”.
Corrientes, 25-26.06.82, 10 hs.
8. Universidad Nacional del Nordeste “Taller Literario”.
Corrientes, 19-28.11.90, 48 hs.
9. Ministerio de Educación y Cultura “Encuentro Zonal Escritores”.
Formosa, 1991.
10. IDEA – Seminario “Fijación de objetivos”
Corrientes, 27-31.08.79, 40 hs.
11. IDEA – Seminario “Conducción de Grupos”.
Corrientes, 23-27.07.79, 40 hs.
12. Consejo Federal Inversiones “Control de Gestión”.
Corrientes 25-29.08.77, 40 hs.
13. Seminario Subregional MERCOSUR AB. CABS. IRO-FIET-OIT.
Corrientes, 1995.
14. Oyente. XIX Semana de Letras, V Seminario Internacional de Lingua e Literatura. UFS
Santa María, 4-8.11.96, 40 hs.
15. Encuentro Internacional de Educación y el MERCOSUR.
Universidad Nacional de Asunción, 1995.


X. DESEMPEÑO DE CARGOS OFICIALES
1. Ministerio de Cultura y Educación. Delegado Fondo Nacional de las Artes en la Provincia
de Corrientes. Res. 01106, 16.09.83. 1980/83
2. Asesor Literario de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia, Música y Arte Sacro.
Corrientes, 06.08.75.
3. Presidente del Seminario de Literatura Contemporánea.
Corrientes, 1975.
4. Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Seccional Corrientes.
1982/84.
5. Asesor Literario Permanente en la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Corrientes,
1974.
6. Director Consejo Editor. Publicación “Historia de los Correntinos y de sus pueblos”. Ediciones
Amerindia, Corrientes, 1985, continúa.
7. Secretario de Cultura de la Asociación Bancaria, Seccional Corrientes.
8. Delegado de la “Fundación Mercosur-Cultura” de la Asociación Bancaria (SEB).



OTROS ANTECEDENTES Y OBRA EDITA E INEDITA

1. Otros Antecedentes
· 27° Feria Internacional del Libro 2001
Presentación de “Invocación al Paraná”. Plurilingüe.
· V Feria del Libro y Cultura del Mercosur – Paso de los Libres 2002
Curso “El Arte de la Comunicación” con auspicio de la UNNE y Bancaria.
· Curuzú Cuatiá. Dirección de Cultura
Curso “Introducción a la Oratoria” 1er. Módulo. Mayo 2003.
· Ministerio de Educación y Cultura. Corrientes
Panelista Seminario Taller de Narración Oral. Corrientes, Mayo 2003.
· Medalla de la Hispanidad 2001, otorgado por la Sociedad Española .
· Seminario Preservación del Patrimonio Cultural.
Ministerio de Educación y Cultura. Curuzú Cuatiá, 2003.
· Programa UNNE Municipios, 30 cursos de “Redacción Administrativa” y 7 de “Técnicas de
Locución en Radio y TV”.
· CONABIP. Juegos Nacionales de Lectura. 1998.
Ensayo “El Pombero, duende del Mercosur”.
· FACENA – Proyectos
- Tríptico Nacional
- Literatura regional
- Lengua 1er. Ciclo
2. Obras Publicadas
Ensayos
· Configuración espacio temporal. Compartido (1) 1 ejemplar
· Estructuración del mundo poético. Compartido (1) 1 ejemplar

Libros
· Invocación al Paraná – 3 Ediciones 3 ejemplares
· Invocación al Paraná (en fotocopia) 1 ejemplar
· Invocación al grito 1 ejemplar
· Invocación guaraní 1 ejemplar
· De magia y misterios 1 ejemplar

Cuadernos
· Fascículos didácticos (6) 1 ejemplar

Prólogos
· Crónica 1 ejemplar
· Restrospectivo 1 ejemplar
· Cajones 1 ejemplar

3. Obra Inédita
· Paradoja
· El Arte de la Comunicación

02 abril 2006

PARADOJAS

INTRODUCCIÓN

PARADOJAS DEL HOMBRE

El vivir es solitario y solidario. Nadie está solo en el mundo. Al vivir cada uno nuestra vida, nos inscribimos en una cadena de vidas, las cuales, a su vez nos hacen vivir nuestra vida. E. M. Método II. 1993.

El hombre empírico es también el hombre imaginario. El hombre de la economía es también el de la consumación. El hombre prosaico es también el de la poesía, es decir del fervor, de la participación, del amor, del éxtasis. El amor es poesía. Un amor naciente inunda el mundo de poesía, un amor que dura, irriga de poesía la vida cotidiana, el fin de amor nos devuelve a la prosa.

E. Morín



PARADOJA PRIMERA

Infima partícula
del cosmos
invisible átomo galáctico
oscuro morador del universo
hombre cerrado
en su incomunicable
aislada singularidad
sistemático ser
abierto al orden
a la adoración al sueño
débil tacuara
endeble junco inclinado
a la pulsación del goce
la soberbia y el deseo
sapiens y demens
ángel demonio
torbellino contínuo
sombra de luz
un hombre al fin
desde lo ignoto indagaré
la inapreciable certidumbre
despertaré a quien despierto duerme
desvelaré a quien en input
juzga
y ascenderé por el bucle eterno
hacia el origen de mi propio ser.
Nosce te ipsum
que dijera el sabio
Yo soy el camino
como invita El.

PARADOJA SEGUNDA

Que será toda ilusión
presiento
No importa. Navegante
en un indefinido cosmos de galaxias
Peregrino
hacia un incierto gélido
universo
hoy aquí junto al perpetuo
transcurrir del agua
bajo la sombra tenue del ave y de la flor
sin ni siquiera ser semilla eterna
o tal vez lo soy
hacia el dios infinito del hágase
hacia un espacio y hacia un tiempo nuevo
desmigaré las gotas de mi ser.


PARADOJA TERCERA

No pedí nada.
Yo no era nada.
Tan sólo un enigma.
Todo era insondable
Todo incertidumbre.
Mas
de pronto
fue la maravilla
surgió lo inaudito
brotó lo increíble
Lo fue por azar
Por designio acaso
Por amor tal vez

Lo cierto es que muertos
a medias
óvulos y esperma
de miriadas de los entes nada
emergió mi ser
suavísimo silbo
levísimo aroma
palpitante genos
asomó la vida de mi propio ser

Nacer
Nacer a la vida
Qué hermoso habría sido
sin aquella píldora
el poder nacer
CUARTA PARADOJA

Asido de la muerte
nací
para vivir
la senda de la vida
hacia el morir

Morir
Oh incierta certidumbre
fatal absurda irreversible
gradual degradación
que me envejece
ardido puñal
que me consume.

Oh trágica existencia
fatídica ilusión
vivir para morir.
O acaso no
Que incorruptible
según lo prometido
habrá de izarme
entonces
de la muerte
para no morir


Paradigmas

quizá lo sé
de Aquél
que fue
que Es
que está

y que vendrá?

QUINTA PARADOJA
Paradigmas
Para qué
por qué
de qué?


Paradigmas
Para cuándo
para dónde
para quién?


Paradigmas
De acá
de allá
acullá?


Paradigmas

quizá lo sé
de Aquél
que fue
que Es
que está

y que vendrá?

SEXTA PARADOJA

Para qué el átomo
la molécula la célula
los quásars los púlsars
el quántum
la micro cosmo física
a tomizados
a islados
se parados
di sociados
mu tilados
des unidos
dis locados

Absurda parcelación
especialización innecesaria
disloque del conocimiento
en mil saberes ignorantes
pulverizados en la disgregación
de una ciencia
huérfana de ciencia.

No es necesario conocer
la holística verdad
del todo en cada filamento
del universo sumido
en la partícula
la verdad interactiva
del todo con sus partes
la verdad ya conocida
y la verdad de lo ignorado
y así
unidos
lanzados
por fin
al infinito
tal vez
atisbo de lo eterno

SÉPTIMA PARADOJA

En la fatua
arrogancia
del saber
Dónde la evidencia y unidad
del conocimiento
astillado dividido fragmentado
en el saber
la información
la percepción
el análisis
descubrimiento
o investigación
En lo innato
lo adquirido
en la idea la teoría el pensamiento
la creencia la duda o el error
Un desvelamiento de la verdad
de la fe la ciencia la razón
la filosofía el mito o cognición

O en un fenómeno multidimensional
físico biológico mental
a la vez
sicológico social y cultural

Quizás en la humildad

O allí
en la fatua arrogancia
del saber
surgido tal vez
de su poder
PARADOJA OCTAVA
Poseídos
Poseídos por la vida
y el poder de las ideas
Poseídos
Poseídos
por los dioses
los demonios
los fantasmas
los duendes
pesadillas
y los sueños
Poseídos
por los mitos
las creencias
supersticiones
ideologías
noologías de las cosas
y los seres del espíritu
Poseídos
Poseídos
por el odio
la furia
la arrogancia
el poder
el placer
la ambición
seducción
de la soberbia
Poseídos por las cábalas
los signos
los símbolos
los íconos
simbiosis de alucinaciones
y quimeras
Oh vacía irrealidad
de las ideas
Oh vanas ilusiones
del poder de las ideas
Y ustedes
y nosotros
Ustedes y nosotros
ilusos
poseedores
poseídos
NOVENA PARADOJA
Con la mirada hacia España
Oh nuestras
ilusorias
eternas
inobjetables
e inamovibles
certidumbres
sobre la condición
humana
Irreflexivas
hipócritas
mendaces
dogmáticas
creencias
de falacias
racionales
que impiden
asumir el desafío
del entendimiento
de la convivencia
humana
Tramposa urdimbre
de verdades
objetivas y reales
que aprisiona
al conocimiento
de sí mismo
aherroja la verdad
del semejante
y enceguecida
nos conduce
al genocidio
DÉCIMA PARADOJA
Conoceréis la verdad
y la verdad
os hará libres.
Lo dice Él, en Juan 8:32

Qué es la verdad
Qué es la verdad
pregunto
Qué es la verdad
insisto
O me alejaré
también como Pilato
lanzada sin respuesta
la pregunta

Qué es la verdad
La verdad
Puede la ciencia natural o física
ántropo social
negar que en su centro
alfa y omega
sístole y diástole
diástole y sístole
la verdad
razón y corazón del hombre
almapalabra
se rehace vive pulsa
pulsa se rehace y vive

Acaso deba
seguir las huellas del Seráfico
para saber
que la verdad
no es mera enunciación
que en la humildad y en el amor
que en amor y en humildad
en el amor
ella reside
UNDÉCIMA PARADOJA

Cuál es la simplicidad Francisco
qué es lo simple
en la ilusoria perpetuidad
de lo infinito
en la incierta organización
del universo
La indivisible elemental partícula
vigilia del fiat creador
o la presencia en la cuenca de mi mano
del Único Hacedor
La desnuda sencillez de tu evangelio
en pos de tu Señor
o el haz
pulsación de luz
surgiendo en las purísima llagas
de tu cuerpo
en cántico de amor


Esta es la sencillez Francisco
O no

DUODÉCIMA PARADOJA

Galaxias
grumos
islas
parpadeos de siglos
complejo policéntrico
archipiélago
torbellino de soles y
planetas
partículas surgidas de un total
caos genésico
cósmica diáspora
colisión
acople
parto
de fugaces mágicos destellos
en insólito universo.

Y allí
y aquí
y ahora
yo

Y después
PARADOJA DÉCIMO TERCERA
Cuando ya enfríe
mi ardiente
corazón
explotaré
y comenzará el recursivo
caos
la furia
la sangrienta
purificación
de mi propio ser
Eterno bucle

del ser
hacia su Ser.
PARADOJA CATORCE
Qué ética nueva
Humberto Maturana
habría de crearse
que dos mil años hace
un eco en Galilea
no hiciera ya escuchar

Dónde aprendimos
Edgar Morín
nosotros
semillas del amor
a odiar
a odiarnos
con tanta virulencia
hasta la propia destrucción

Jinetes del espacio
y ciegos navegantes
en cielo del hermano
cuándo sabremos
que en nuestra
rígida humana arquitectura
son siempre inseparables
el ser el hacer y el conocer
de toda criatura
PARADOJA QUINCE
Cuándo me llegará
el susurro furfulleante
de los astros
la enceguecedora luz
galáctica
que me libere de esta fosa
que ennegrece
el iris de mi alma
la llama de mi mente


Cuándo habrás de detenerte
orden desorden
que regulas
las genésicas
pulsaciones de la vida
y de la muerte
de la vida de mi muerte


Quién sino tú
señor ordenador del universo
autor de estabilidad
y turbulencia
pulsador de la fugacidad
de cada instante
conductor del último
desorden
habrás de conducirme
hacia la organización
eterna
de la vida
por la muerte
PRELUDIO FINAL

Ráfaga
soplo
ceniza
apellidan la identidad del hombre
duración de instantes
dolorida memoria
en la fluencia.

Rolando Camozzi Barrios


Como Hierba en sus días
como la flor del campo
así florece.
Pasa por él un soplo
y ya no existe
ni el lugar donde estuvo
vuelve a conocerle.

Salmo 102:15

29 marzo 2006

TROPERO DEL IBERÁ
En la misteriosa laguna

Supe de él una tarde, a orillas de la misteriosa laguna, aquella cuyos brillantes espejos de agua y movedizos embalsados aparecen y desaparecen al vaivén del viento y a impulso de las corrientes, creando fantasmagóricos contornos e infinidad de leyendas.
Islas pobladas de exóticas aves y variedad de animales silvestres, codiciados por su cuero o su plumaje: oscuros yacarés de afiladísimos dientes, gruesas boas de hasta seis metros, garzas blancas, moras y rosadas; peces multicolores; nutrias, carpinchos y ciervos.
Y justificando su aislamiento y sus mitos legendarios: gauchos exiliados en los islotes, mariscadores de larga melena, cuatreros y fugitivos, más los fantásticos seres del folclore correntino. ¡La Iberá!
Allí supe, en aquel atardecer de 1980, aguardando el cruce hacia Colonia Pellegrini, su leyenda.
Luis Piedrabuena quedó huérfano cuando era un gurí, y para ayudar a su madre y a sus hermanos comenzó su aprendizaje de tropero. Salía con los viejos paisanos muy tempranito, cuando la luna y el Lucero aún brillaban sobre el cielo. Pasaba el día recorriendo el campo lindero a la laguna, guiando, arreando y evitando la estampida de los animales. Un rojo pañuelo y un prolongado sapucay anunciaban su presencia.
Llegaba cabalgando su recio alazán. Era un muchacho bien puesto, fornido. Sus vivaces ojos pardos parecían reflejar todos los misterios del monte y el secreto de los pajonales. Montaba en pata, a lo pynandí, aunque duras espuelas tintineaban en sus gruesos talones. Y cruzado en la cintura, su cuchillo.
Devoto de Antonio Gil, ese valiente gaucho correntino venerado por su pueblo, Luis no tenía miedo a nada: ni al ronco bramido del yaguareté que merodeaba por el monte, ni a la sombra sigilosa del Pora perdiéndose en la espesura, o al roce de la curiyú deslizándose sobre los embalsados de la laguna. Eso sí, respetaba la presencia del Pomberito que solía aparecer como lucecita en medio del arreo. Este ser que habita en la profundidad del monte, y a quien solía ofrecerle amistosamente tabaco, miel y guaripola.
Según la gente del lugar, Luis conducía las tropas de la Virgen de Itatí, aquellas que huyendo de los malones se extraviaran en la laguna y cuyos descendientes parecían ser estos animales.
Era un muchacho bueno y trabajador. Por eso lo apreciaban todos. Y lo siguen recordando, más aún, cuando en medio del monte, jinete y cabalgadura fueron alcanzados por un rayo.
Lo recuerdan como “El Tropero de la Virgen”, o “El Tropero Pynandí”. Pero son más los que le dicen “El Tropero Coembotá”, tropero del amanecer, sobre todo, cuando entre los relámpagos y las tormentas o la bruma de la madrugada, pasa la imagen resplandeciente del troperito, cabalgando sobre las agua del Iberá.
MARÍA EMA, DE LA ESCONDIDA

Por los caminos del Chaco
Ceñidos por la oscuridad, ambos venían temerosos por la antigua trocha que conducía a La Escondida. Apretada fuertemente a la suya, la madre sentía el miedo en la mano de su hijo y apuraba el paso mirando hacia la sombra de los árboles. Esperaba que aquello surgiera, apareciera, y fue el niño quien lo vio primero.
-¡Mamá, mirá! –exclamó el niño.
-Sí, mi hijo, ya lo veo –respondió la madre y se persignó. Dos metros delante, sobre el puentecito del rancho, un perrito blanco, lanudo, se adelantaba abriendo el paso y meneando la cola, como custodiando a los solitarios caminantes. Cuando llegaron a las luces de la fábrica, desapareció.
-¡Gracias, María! –dijo la madre y volvió a persignarse recordando el hecho…
Por el angosto sendero del tren llegaba la pálida sombra. Pálida y blanquecina entre la penumbra del amanecer. María Ema venía desde el kilómetro 48 hacia la fábrica, con su larga pollera y rubios cabellos mojados por el rocío.
Ni la hora temprana, ni el oscuro y solitario camino parecían atemorizar a la joven. Los lugareños la conocían y respetaban. Ella traía el desayuno para su padre, obrero de la fábrica de tanino. Venía tranquila como siempre, hasta que el chistido del suindá rozando su cabeza la asustó. Árboles y malezas que rodeaban la vía comenzaron a adquirir apariencias fantasmales. Quebrachos, algarrobos y tacuaras parecían combarse sobre el camino y apretujarse a su lado.
El vapor gris de la madrugada cubría la senda. Se sentía el espesor del silencio: ni un sonido, ni un pájaro, ni siquiera el zorzal mañanero. Tan sólo sus levísimos pasos sobre la trocha del tren. Los abrojos arañaban su piel y las colas de zorro tironeaban su ropa. La joven se apresuraba cada vez más. La fábrica ya estaba cerca, dejaría el avío y seguiría a casa de sus parientes. El riacho, sí, allí estaba el puentecito. El eco de sus pasos sobre la madera y sobre el vacío parecía retumbar en su pecho. Fue entonces que los sintió detrás de sí. Y corrió. La fábrica, sus luces, las casas, su padre…
-¡Papá, papá! – clamó desesperada, pero sus gritos se ahogaron entre los brazos potentes que la aprisionaron y arrastraron hacia el monte.
-¿María, qué haces tan temprano? –dijo don Olimpo viendo aparecer la figura de su sobrina entre las sombras de la madrugada. Perfectamente distinguía bajo el algarrobo su blusa blanca de colorido cuello y su larga pollera.
-¡María! –repitió don Olimpo López y se quedó mudo, porque pasando a su lado y atravesando la cerca de madera, la sombra de María se introdujo en la pared de la casa. Cuando hallaron su cuerpo constataron que había muerto a la misma hora en que la viera su tío. En las púas del alambrado quedaron manojos de sus trenzas rubias.
Hoy, a la vera del camino de la vieja vía, la recuerdan un nicho, una cruz, unas flores y unas velas. Y tal vez, como se cuenta, ese perrito blanco y lanudo que desde el puente precede los pasos que quien se atreve, solitario o en la penumbra, a hacer la senda de la antigua trocha. Cuando pasa el peligro y llegan las luces, él, entre las sombras de La Escondida, desaparece.

LOS CACHARROS DE MIEL
Desde el crisol de razas
Verdaderamente aquel era el país de la miel. Ya su historiador, Dobrizhoffer, decía que en el Chaco el mejor fruto de sus árboles era el jugo de los panales. No había tronco que no contuviera alguno. Hasta en las ramas y debajo de la tierra crecían los enjambres. Mas, la asociación con la cita de La Ilíada: “Jarras de miel se servían de ofrenda a los muertos, mientras en otras partes se usaron aquéllas para conservar los despojos de estos”, se dio recién cuando volví a ver al hombre con los cacharros de miel…
La cita comenzó a llegar a la memoria aquella tarde en Villa Ángela, recorriendo la feria artesanal, donde se mezclaba una multitud de rostros blancos y cobrizos, cabezas rubias y morenas; artísticas piezas talladas en madera, en plata y asta, reproduciendo figuras de animales, máscaras o imágenes sagradas y profanas, productos de una verdadera transculturación e hibridez religiosa: expresivos Cristos crucificados, bellos íconos de inspiración rusa, vírgenes de Itatí, hasta un San La Muerte en posición encogida esgrimiendo su guadaña… O bien, observando los objetos y motivos de una variada cestería, los primorosos tejidos de estilo rumano o la tentadora muestra de comida alemana. Y seguía mirando, hasta que, de pronto, me encontré frente a ellas y me detuve atónito. Eran cinco hileras de botellas de miel de abeja: oscuras, líquidas o espesas. Como siempre, ejercían sobre mí un raro magnetismo. Las necesitaba, sí, para aligerar mi continuo catarro. Pero éstas…
-Deme una –dijo alguien y el hombre le entregó una botella.
-Quiero dos –musitó una voz profunda. Y el mocobí volvió a estirar su broncinea mano hacia las botellas de líquida miel.
-No. Deme la negra y espesa –recalcó la voz, en modo casi imperativo. El tono hizo que volviera la cabeza y buscara a su emisor. Una mujer enjuta, morena, misteriosa.
-La correntina –dijo alguien.
-La payesera –musitó otro.
Al reconocerla, el vendedor no dudó en entregarla las dos botellas de miel espesa y oscura. Y ella se fue. También yo llevé las mías, densas y oscuras. Y esa misma noche comencé a probarla con tanta ansiedad y avidez, tan rica era, que quizá por ello tuve hasta pesadillas: tumbas, cementerios, féretros abiertos, máscaras llameantes, huesos que se movían y un San La Muerte que bajaba su guadaña…
La tarde siguiente fui a conocer una población abandonada. Mientras contemplaba el trazado original de Pueblo Díaz, me detuve a observar el campo santo, rodeado de negros y secos samuhúes cual imágenes de recogidos monjes penitentes. Y en ese lugar volví a ver al vendedor de las mieles. Era un mocobí hurgando en el tronco de los samuhúes y depositando en un cacharro el fruto de los panales.
Los rayos del atardecer irisaban la transparencia de esa miel. Al concluir con las colmenas que anidaban en los árboles, miró al suelo, se inclinó y siguió la cosecha. Y era ésta la miel más densa y oscura. ¡Mi sabrosa miel! Cuando las sombras ya entenebrecían los contornos, se irguió, levantó los brazos, se inclinó en un saludo ritual, asió sus cacharros, y se fue.
Me acerqué entonces al lugar donde el hombre cosechaba la sabrosa miel y quedé estremecido, espantado, escuchando el interminable zumbar de las abejas en los panales que asomaban entre los huesos de las abiertas tumbas.
LA TARDE DE LOS VIERNES

Junto a la sombra del pindó

Nadie sabe por qué José Daniel aguarda con ansiedad la tarde de los viernes. No es por salir del internado, él se queda. Mientras todos sus compañeros de la agrotécnica se dirigen contentos hacia la ciudad, él se aleja presuroso y misteriosamente hacia la laguna. Regresa al anochecer, callado, silencioso, como ensimismado. No habla con nadie, él, tan charlatán. Tan sólo sonríe. Y luego de cenar, tirado sobre el pasto y mirando a la Cruz del Sur, comparte sus secretos con las estrellas.
Había ocurrido una tarde junto a la laguna. Con el torno desnudo y sudoroso, José Daniel derribaba un espinillo con el vigor de sus dieciséis años. Cada machetazo hinchaba sus jóvenes músculos. El arbolito cedió y cayó sobre el cardizal. El muchacho se pasó la mano por la frente y respiró. Aún le faltaba el pindó. Sin embargo, él no quería tumbarlo. Había algo que parecía impedirlo. ¿Cuántos años tendría ese viejo pero soberbio ejemplar? ¿Cuántas cosas habría visto esa extraña palmera nacida junto al agua? ¿Qué duende custodiaría a este árbol sagrado de los guaraníes? José Daniel se quitó la ropa y se acercó a la laguna. Fue entonces cuando la vio. Sentada junto al pindó, sus pies se perdían entre el verdor del agua.
Jugaba, hundía sus manos y arrojaba cadenciosamente el líquido. Era una adolescente muy hermosa. De una extraña y serena belleza. Sobre la tersura de su piel caía un tornasolado cabello castaño, mientras el mojado vestido que ceñía su cuerpo resaltaba la perfección de sus formas.
La joven levantó la cabeza y hundió su mirada en los ojos asombrados del muchacho. Ante el idílico cuadro, José Daniel apenas percibió el ardor de sus sentidos. Titubeó un instante al verse desnudo en la brevedad de su ropa, pero la serena expresión de la joven lo tranquilizó. Se acercó lentamente y se sentó a su lado. Ella lo recibió con naturalidad y comenzaron el juego: ambos hundían sus manos en el agua y se la arrojaban sonriendo. Una y otra vez. Y así pasaba el tiempo.
Nunca se dirigieron la palabra, mejor dicho, nunca José Daniel consiguió de ella una respuesta. Tan sólo una vez la joven escribió su nombre sobre la arcilla y arriba trazó un signo, un signo que pudo ser una flor, un pájaro, una estrella, pero no, sobre su nombre, Nidia, dibujó una cruz. Desde entonces, Nidia y José Daniel se encontraban todos los viernes junto al pindó de la laguna y compartían el ritual del agua, hasta el anochecer. Cuando asomaban las primeras estrellas, la tenue figura de la joven, que a veces parecía evanescerse entre el balanceo de los juncos o el vaivén de las aguas, tan frágil era, tan translúcida, desaparecía como una sombra en el juncal de la orilla. Más de una vez el muchacho se lanzó tras ella, pero no pudo alcanzarla. Seguramente viviría cerca, en alguno de los ranchos. Ya averiguaría. Mientras tanto, sus compañeros lo veían silencioso, ensimismado, soñador, en una palabra enamorado. Todos querían saber, pero él no soltaba prenda. Nadie descubriría su secreto.
Lo inesperado ocurrió durante el examen de redacción. Había que describir un árbol.
- Describirán un árbol de la zona cuya fotografía está en el sobre que les entregaré – dijo el profesor.
José Daniel tomó su sobre y lo abrió. Sonrió. Se sacaría un diez. Al árbol lo conocía de memoria. Era el pindó, con la inmensidad de su copa, el oro de su florescencia, el movimiento acariciante de sus palmas, la elegancia de su estípite, la laguna… José Daniel se sorprendió. Volvió a mirar. Eso no lo había visto nunca. Y levantando la voz preguntó:
- ¿Qué es esto junto al pindó?
- ¡Ah! – dijo el profesor-. Es una cruz. Hace muchos años, un viernes por la tarde, allí se ahogó la hija del mayordomo: Nidia.
José Daniel salió aplazado en la prueba. En realidad, su profesor nunca averiguó por qué el muchacho había entregado su hoja cruzada con la palabra “¡NO!”. Si lo hubiera hecho, quizá sabría por qué José Daniel aguarda con ansiedad la tarde de los viernes.

LA MARCHA

Cuento para artistas inocentes
Hace mucho, muchísimo tiempo que sucedió esta historia en un monte de espinillos y ñangapiríes, cuando los animales comenzaron a pasar hambre y no podían hacer nada porque ya no tenían qué comer, ni cómo jugar, ni cómo danzar, ni podían cantar. Y andaban muy tristes.
Entonces, los dueños del monte armaron una reunión para solucionar el problema. Juntaron a todos los animalitos del monte: a las mariposas que pintan las flores, a los boyeros tejedores de nidos, al ciervo danzarín del abra, a las tacas que iluminan la noche, a los zorzales de armonioso canto y a los colibríes de inocente vuelo. A todos los reunieron y los llevaron caminando y cantando hasta la laguna de agua fresca y mucha comida. Todos fueron alegres y contentos, mansamente. Pero la laguna estaba seca y los alimentos podridos. Entonces los organizadores subieron a un tronco a explicar el asunto. Subió primero el yaguareté, que tenía el poder, luego el aguará, que tenía la astucia, y después ñacurutú, que era la sabihonda. Y les felicitaron mucho a los animalitos porque eran entusiastas, sacrificados y trabajadores. Y sobre todo porque eran mansos, útiles y buenos. Y les pidieron que siguieran así, que ya alguna vez tendrían nuevamente agua y los alimentos. Y que siguieran cantando, danzando y alegrando la vida del monte.
-¡Cuenten con nosotros! –les dijeron-. ¡Nosotros los conduciremos!
Los animalitos, todos ellos mansos, todos ellos buenos, todos calladitos se fueron hasta sus casitas. Pero no llegaron todos, porque en una gran cueva, a la luz de miles de luciérnagas atadas, los organizadores estaban devorando trozos de boyeros, pedazos de ciervos, alas de picaflor y corazones de blancas palomas.
Hoy, nuevamente comenzó la marcha. Y nos vamos todos, mansos, útiles y buenos. Y yo voy con ellos.
ITÁ CARÚ – LA PIEDRA QUE COME
A Nuestra Señora de las Piedras
Tomó la piedra y la miró por última vez. ¡Por fin iba a desprenderse de ella sin peligro para su vida! Envuelta en su metálica corteza, la piedra parecía acurrucarse en la palma de su mano como indefensa en su niquelada brillantez. Pero la decisión de Ramón era irrevocable: iba a arrojarla de su lado y ella no volvería jamás, aunque quisiera, porque iba a cumplir al pie de la letra la ceremonia para librarse de su poder. Llegó hasta la orilla, caminó sobre los peñascos y se acercó lo más que pudo a los remolinos. Espumosas espirales de agua brotaban de la violenta corriente que luego seguía Paraná abajo. Ramón se puso de espaldas al río, invocó a Nuestra Señora de las Piedras, hizo la señal de la cruz y arrojó sobre su hombro el amuleto.
Para Ramón, el instante de la piedra cayendo sobre el agua duró como un siglo. Recién cuando la escuchó estrellarse contra el río se movió y comenzó a volverse. ¿Volverse? ¡No! ¡No debía mirar hacia atrás! Y empezó a caminar hacia su casa. Iba pensando en la piedra, cómo la había conseguido, cómo la había bautizado…
- Si querés llevarla – le dijo la payersera de Areguá-. La Itá Carú tiene mucho poder, pero tenés que cumplirse, porque si no es muy peligrosa. Primero tenés que bautizarla, andá a la capilla, prendele tres velas, ponele sa, hundile en el agua bendita y decí la oración: “Imán, yo te bautizo en nombre de Dios Padre, de Dios Hijo. Yo te bautizo: Imán eres, imán serás y para mi fortaleza y suerte así te llamarás…”.
Él la había bautizado y desde entonces la suerte lo acompañaba. No había partida de truco que no ganara, ni riña de gallos donde no apostara y levantara al triunfador; juego de taba donde jamás clavaba culo sino suerte, o cuadrera donde su caballo no llegara primero. Se llenaba los bolsillos de plata, de pesos y monedas; de las metálicas monedas que ella iba lentamente devorando, ya que ése era el trato: debía alimentarla de un metal constantemente; si dejaba de hacerlo, comenzaría a devorarlo a él. Tres años hacía que Ramón la tenía metida en el bolsillo de su pantalón o en la bolsita de lana roja bajo su almohada. A veces parecía sentirla rozando su muslo o moviéndose bajo su cabeza; alguna vez la sacó para mirarla, tratando de descubrir la fuerza que la poseía o el poder que la habitaba, hasta aquel momento en que vio con terror cómo paría: comenzó a crecerle como un grano que al reventar largó un hijuelo, una piedrita que empezó a moverse.
Asustado, Ramón, se la regaló a su vecino, el Damián, a quien desde entonces se le terminó la miseria. Así sucedió varias veces, y fueron otros tantos regalos que hizo a sus amigos, con quienes, sin embargo nunca debía enfrentarse en el juego.
Cuando se cansó de su amuleto y pensaba desprenderse de él, sucedió lo del Damián. Éste le había dicho que ya no le gustaba la piedra y que la había tirado a la laguna. No lo hubiera hecho: primero una yarará picó mortalmente a su mujer que estaba lavando ropa en la orilla del río, y después fue el mayor quien se ahogó sin saber cómo, pues sabía nadar. Cuando sacaron al muchacho estaba todo comido, como por pirañas, dijeron, pero era raro, porque allí nunca las hubo. Damián comenzó a desmejorar y se fue enflaqueciendo, como secando. Cuando murió, su madre encontró la piedra bajo su almohada, húmeda y brillante, cual si no la hubieran tirado. Dicen que la pobre vieja la guarda y alimenta, de puro miedo, nomás.
Desde entonces, Ramón comenzó a mirar a la suya con temor y con rabia, sin saber cómo librarse de ella, y que luego no lo persiguiera.
Acudió nuevamente a la payesera y ésta le enseñó el rito secreto: debía rezar a Nuestra Señora de las Piedras, hacer la señal de la cruz y, de espaldas al río, arrojarla sin volverse a mirar… ¿Él no se había vuelto? Le sacudió un temblor. No, le habría parecido, nomás. Y siguió caminando, pero no seguro, sino vacilante.
No supo cuánto anduvo por ahí. Al llegar a la casa lo recibió un fuerte olor a pescado frito y el alegre saludo de su muchacho:
- ¡Papá, mirá lo que sacamos con el dorado!
En la palma de su hijo, húmeda y brillante, la piedra, como agazapada.
INICIACIÓN

Y en la caja de la guitarra llevan
un crótalo seco.
(Folclore tradicional)
Ellas son las yaras de la música
(dicen por el bajo Pujol)

- No, aquí no quiero cantar –decía el Negro mirando con recelo a su alrededor. La fosforescencia lunar envolvía a la barranca y apuñalaba al monte. Todo el río era un mágico espejo en cuya orilla seres y formas difusas reflejaban escenas fantásticas. Esquivos a los disolventes rayos de la luna llena, los peces yacían ocultos en la profundidad. Fracasados compañeros de pesca y hartos de chapotear en la playa, le insistíamos al Negro para que cantase.
Pero él se negaba. Al fin, medio entonado, accedió.
- Pero no se asusten –dijo el negro como alertándonos y comenzó a templar su guitarra, sin dejar de mirar hacia las sombras que venían de entre los árboles.
Y volvió a estremecerse como la primera vez…
- ¿Así que vos querés ser guitarrero? –dijo de entrada la mujer sin que él hubiera abierto la boca.
- Sí – respondió el muchachi, temeroso mas decidido. Realmente quería ser guitarrero, pero no tenía cómo pagarse para aprender y la única solución era ésa: ir al rancho del bajo, un rancho a donde llegó juntando mucho coraje y donde, sin embargo, en cada plenilunio habría de volver.
Una inquisidora mirada recorrió el porte atractivo y esbelto del aspirante a guitarrero y cantor.
- Está bien, venite el jueves por la noche con tu guitarra –concluyó la vieja, luego de haber leído en los ojos pardos toda su ansiedad de diecisiete años.
Así comenzó el Negro su iniciación de guitarrero con la curandera del barrio, allá por el bajo Pujol. Primero fueron los rezos a San La Muerte y a San Juan Bailón, rodeados de velas rojas: el uno le daría la energía de sus huesos y el otro la alegría de su espíritu. Siguió la purificación con el humo del tabaco y del floripón; la aspersión con ramas de ruda y agua bendita extraída del cardo rojo, el caraguatá; las vibrantes gárgaras con el fruto sonoro de las plantas de las víboras, el mbói rembiú, y el frotamiento con las hojas aromáticas del pachulí.
- Esto te librará de tus enemigos –decía la curandera, mientras le frotaba cuello y garganta con sus huesudas y arrugadas manos.
Continuó el novenario con el azote de ortigas sobre sus brazos; el cansancio de sus músculos pisando agua de tormenta recogida en el mortero y aquel miedo al silencio y a la oscuridad del monte cuando debió pulsar, justo a la medianoche, la cuarta cuerda de su guitarra atada al cedro, el alma palabra, el árbol sagrado de los guaraníes. Y así llegó el viernes de luna llena.
Sobre un montículo de piedra repitieron algunos ritos del novenario. Luego le dio a beber un preparado de caña y ruda, banana y mburucuyá.
Después, con una canasta, la mujer se perdió en el monte. Hubo una serie de silbidos y tintineos y enseguida volvió con la canasta tapada.
- Desnudate –le dijo.
Obedeció el muchacho. Y al tenue fulgor del plenilunio resplandeció la armonía del cuerpo adolescente con vetas de cobre, arcilla y miel. Brillaban sus ojos, pero él ya no veía casi nada. Brillaban sus ojos, pero él ya no veía nada. Estaba como en trance, alucinado.
No vio cuán súbitamente la mujer abandonaba su envejecida piel y surgía transformada en bellísima joven; ni cuando ésta volcaba el contenido de la canasta sobre el suelo; ni tampoco percibió la entonación de la cantinela guaraní, a cuyo conjuro las sueltas víboras cascabel comenzaron a acercársele muy lentamente.
Las sintió, sí, frías y viscosas, cuando empezaron a subirse por sus piernas, a enroscarse por sus muslos, por sus brazos, y deslizarse por su cuerpo. Alguna se alzó mirándolo sibilante a la altura de sus ojos sin que él pudiera emitir un solo grito, o mover un solo músculo, aunque sus desorbitadas pupilas revelaban su terror.
Cuando cesó el canto, ellas bajaron perdiéndose en la oscuridad del monte. Fue entonces que la rejuvenecida mujer comenzó a ungirlo definitivamente con sus manos.
Nunca supo el Negro cuánto tiempo más estuvo allí, pero sí que desde aquella noche hubo magia y encantamiento en su guitarra y en su voz…
- Bueno, cantá de una vez – le dijimos al Negro, sacándolo de su breve pero intensa ensoñación. Y nuestro amigo se puso a cantar.
Y era una voz y era un sonido que iban tomando formas y colores, tonalidades nunca escuchadas o emitidas, que parecían corporizarse en las imágenes que evocaba o en los sentimientos que transmitía: tonos bajos, altos o quedos semejaban murmullo de fronda, reclamo de pájaros, susurro de viento; por instantes, la voz adquirida placidez de agua, destello de rayo, desvelo de grillo. Con esa extraña ductilidad, música y canto nos envolvían, atrapaban, seducían. Y así duró casi una hora aquella magia, hasta que al fin voz y sonido fueron durmiéndose sobre las cuerdas de la guitarra y se apagaron. Tan sólo apareció continuar el eco, la vibración de las notas, su repiqueteo, pero, no era el eco, no, era un tintineo cercano, muy próximo, allí. Y fue entonces cuando, llenos de pavor, las vimos erguidas a nuestro lado.
-¡No se muevan! –gritó a media voz el Negro -. No les van a hacer nada. Sólo vinieron a escucharse y ya se va.
Efectivamente, concluido el canto, ellas se alejaron con el vibrante cascabeleo de sus crótalos.


EL REGALO

La amistad del universo

-¡Que ella te ilumine!- le había dicho su amigo, al colgarle del cuello la pequeña estrella de plata.
Esa tarde, pescando en la costa del río, Alberto pensaba que el regalo le había conmovido, porque él realmente amaba a las estrellas.
Muchas noches se entretenía mirando y conversando con sus amigas lejanas. Conocía el lugar de casi todas en el mapa estelar del cielo guaraní. Conocía la rareza de sus nombres: las Siete Cabrillas, las Tres Marías, la Cruz del Sur, los Gemelos, Sirio, Orión, Centauro y muchas otras. Conocía también la variedad de sus colores: unas eran rojas, otras azules o amarillas, muchas de un blancor brillante, o de un matiz verdoso, anaranjado, y carmesí. Las había estudiado en la mitología antigua y en las creencias de los mayas, aztecas y guaraníes. Contaba las estrellas fugaces que caían y les pedía algo, hasta les pidió que alguna vez vinieran a visitarlo.
Él conocía a todas las estrellas de su cielo correntino, o mejor dicho, a casi todas, porque hacía tres noches, precisamente cuando las invitó para su cumpleaños, una nueva estrella brillante había aparecido en el cielo. Una estrella pequeña, plateada, muy brillante, con un titilar que casi parecía una sonrisa.
Desde el instante en que la descubrió, Alberto se quedó deslumbrado. Era una estrella muy hermosa. No tenía la blancura fulgurante de Sirio, el rojo apasionado de Orión o el verde carmesí de Andrómeda. La estrella de su cielo tenía una subyugante coloración azul.
La lata de pescar sonó estrepitosamente y Alberto salió de sus recuerdos. Corrió hacia ella y se detuvo sorprendido. Toda la caña brillaba con una extraña fosforescencia que la envolvía por completo.
El muchacho quedó inmóvil, asombrado ante aquel fenómeno. Pero un nuevo sonar de la lata lo decidió a tomarla. No lo hubiera hecho: una sacudida eléctrica casi lo tumba. Parecía que toda la caña estuviera electrizada.
Quiso arrojarla, pero no pudo, aunque sentía el tironeo de la presa. Entonces comenzó a sacarla. Ahora la luminosidad parecía subir por sus manos, por sus brazos y envolverlo también a él. Sin embargo, ya no tenía miedo. Aquello que antes había sido un sacudimiento eléctrico ahora se había convertido en una cálida sensación de paz. Una placentera serenidad le embargaba cuando seguía recogiendo la liña. ¿Qué había pescado? ¿Un pez eléctrico? ¿Una raya gigante? Un zigzagueo luminoso llegó a la costa. De un tirón sacó la presa y la tiró sobre la arena. Corrió hacia ella y se quedó asombrado. Sobre la playa yacía el pescado, pero no era un pez.
Era un ser pequeño, brillante, extraordinariamente azul. ¡Una estrella! ¡Sí, una luminosa estrella que titilaba permanentemente!
¿Su estrella? Elevó sus ojos hacia el conocido rincón del espacio y ella no estaba. ¡Era la suya, pequeña, hermosa, azul!
Emocionado, se acercó y la tomó suavemente entre sus manos, la puso sobre el pecho y se alejó con ella.
A veces, cuando salimos con Alberto o lo miro sentado en un rincón del aula, veo a mi amigo envuelto por una rara luminosidad azul. ¿Será la estrella que le había regalado?
EL AMBAÍ Y SUS AMIGOS

En el ecosistema guaraní

Esta historia sucedió en los orígenes de los tiempos, cuando Ñamandú, el ser superior de los guaraníes, pobló de árboles la tierra que habitaría su pueblo, junto al curso de los ríos de Paraguay, Brasil y el nordeste argentino.
Así fue como los claros de los bosques cercanos al agua se cubrieron de valiosos árboles: de la mítica palmera pindó; del árbol de la palabra-alma: el cedro; de la rosácea imponencia del lapacho; del áureo resplandor del iryrá pytá; del reluciente vaivén de la tacuara ritual y, entre muchos otros, de un árbol muy buscado por la empalagosa dulzura de sus frutos: el ambaí.
Esta planta arbórea tiene su tronco recto y cilíndrico a dieciocho metros. Su corteza externa gris, casi lisa, tiene como unos anillos en los nudos. Todo su interior es hueco, dividido en innumerables celdillas. La copa del ambaí es muy abierta, con pocas ramas, gruesas y largas. Un largo pecíolo de felpuda corteza sostiene a la hoja palmilobulada, cuya áspera cara superior es verde oscura y la inferior suave y blanquecina. Las hojas, brotes y corteza del ambaí son medicinales para las vías respiratorias.
Los frutos del ambaí se abren a la luz de la luna y cuelgan en espigas, como dedos. Ellos son tan dulces y empalagosos que hacen la delicia de los niños guaraníes: los mitaí, de los monos aulladores o carayá, de los monitos tití, de los azules loritos tuí, de los pájaros, murciélagos, coatíes y demás animalitos del bosque que se alimentan entre sus ramas o al pie del árbol. Todos ellos ingieren el fruto y luego despiden las semillas, diseminando por todas partes la especie del ambaí.
Por todo esto el ambaí es uno de los árboles más queridos de la región guaraní. Sin embargo, hubo un tiempo en que la planta se puso tan triste que Ñamandú le preguntó:
- Ambaí, ¿qué te pasa que andás tan triste?
Y el ambaí le contestó:
- Ñamandú, hay unas hormigas arara-a que no sólo comen mi fruto, sino también cortan mis hojas y dificultan mi alimentación y respiración.
- Eso no es justo – dijo Ñamandú -. Voy a traerte otras hormigas para que te defiendan y te protejan. Pero tendrás que darles alimentación y alojamiento.
- ¡Sí, sí, voy a darles casa y alimentos! ¡Que vengan! ¡Gracias, Ñamandú!
Desde entonces, miles de hormigas coloradas, las aztecas, viven alojadas en el interior del tronco y de las ramas del ambaí, en pequeños compartimentos. Cada rama es como un barrio y todo el árbol parece una ciudad.
Así fueron organizando estas pequeñas hormigas, durante miles de años, su hábitat en el interior del ambaí. Hábitat que las belicosas hormigas defienden con bravura, convirtiéndose en guardianas del árbol. Ninguna hormiga cortadora sube al ambaí, porque es atacada de inmediato. Hasta algunos insectos depredadores son ahuyentados por el ácido olor que despiden las aztecas.
Por otra parte, las hormigas hallan el alimento promedio en unas excrecencias o especies de bolsitas comestibles que el ambaí prepara en la base del pecíolo de sus hojas.
Y aunque por vivir siempre en la oscuridad del tronco las hormigas fueron perdiendo la vista y sólo se guían por sus antenas, cuando deben emigrar por causa de crecientes o porque deben cambiar de residencia, siempre lo hacen a otro joven ambaí.
Este es un claro ejemplo de simbiosis, es decir, de interrelación, de convivencia entre dos seres de la naturaleza, un vegetal y un animal, entre el ambaí y la hormiga azteca. Un verdadero gesto de amistad y solidaridad en el ecosistema del mundo guaraní.
Y esta es la historia de solidaridad que sucedió hace mucho, muchísimo tiempo y aún sigue sucediendo, al menos entre las plantas y los animales.

CUANDO SILBA EL POMBERO
Del “yara” de los pájaros
Comentábamos en clase cómo los indios de América cuidaban el equilibrio de la naturaleza, cazando o recolectando solamente aquello que necesitaban para alimentarse, y cómo en el mundo de los guaraníes, quechuas y mapuches, existían y aún existen los “yaras”, los dueños del monte, de la fauna, de la tierra y del agua, cuando un alumno recordó al “Cuarahí Yara” o dueño del Sol, el Pombero.
- Un duende que tanto adquiere la forma humana cuanto de animales, pájaros o vegetales – añadí-. Puede ser alto o enano, flaco o robusto, pero muy velludo. Él silba, pía, remeda el canto de los pájaros, se mimetiza o torna invisible. Anda con un enorme sombrero de paja con que persigue a los niños cazadores de pájaros que vagan de siesta y también a las jóvenes que pretende. A veces, con un poco de tabaco negro, caña de azúcar o miel silvestre se lo puede convertir en amigo. Hay que hacer un pacto y será un amigo fiel…
- ¿Usted cree en el Pombero? – me interrumpió un alumno mirándome fijamente.
- Hasta ahora nunca lo he visto – respondí -. Quizá alguna vez haya escuchado su silbido en medio del monte, pero hasta ahora nunca lo he visto. Tal vez el único que pueda decirlo sea mi tío Dami, porque a él una vez lo llevó el Pombero.
- ¿Cómo? ¿Cuándo?... ¡Cuente, cuente!... – Y tuve que comenzar el relato.
Fue en Corrientes a comienzo de siglo. Mi abuelo tenía seis hijos varones. Cuando amenazaba el séptimo como Lobizón, apareció mi madre. Era ella quien me contaba siempre lo sucedido.
Una siesta, mi abuelo y sus hijos salieron de pesca hacia la costa del Paraná. EN fila atravesaron los montes y zanjones de Poncho Verde, a la sombra de erguidas palmeras, tupidos tacuarales y florecidos lapachos. Pasaban esquivando las espinas del caraguatá, el cardo rojo del monte. Iban charlando animadamente en guaraní, cuando un estridente silbido los hizo callar. Y se estremecieron, porque el silbido volvió a repetirse: agudo, prolongado, misterioso, como llegando de todas partes.
- ¡Chaque el Pombero! – dijo el abuelo sin detenerse.
Los muchachos alargaron el paso, mirando de reojo hacia la espesura. De nuevo surgió el silbido, insistente, hasta que Dami le contestó.
- ¡Ndé quiriríque! –exclamó el abuelo, que encabezaba la marcha.
Pero Dami, el más travieso de los muchachos, el matador de pájaros, volvió a contestar el silbido.
- Sí, silbale nomás vos, ya vas a ver lo que te va a pasar –sentenció el abuelo.
El silbido no volvió a escucharse. Claro, pensaba Dami, el Pombero es el duende de la siesta que asusta a los chicos y a las guainas. Algunos dicen que también captura a los muchachos. Damián se encogió de hombros y no hizo caso.
Arribaron a la orilla, tiraron las liñadas y al atardecer regresaron con las ristras de pescados ensartados en palos: armados, bogas, bagres y doradillos. Llegaron a la casa, cenaron los pescados a la brasa y se tiraron a dormir. Con el calor que hacía, Dami tomó su catre y se acostó en el patio. Fue hacia la medianoche que el repentino y desesperado aullar de los perros los despertó a todos. Era en el patio. Salieron cuando los perros ya corrían hacia el monte. El catre de Dami estaba vacío y un fuerte olor inundaba el lugar.
- ¡El Pombero! –gritó el abuelo-. ¡Traigan las lámparas! –y la familia entera comenzó a corres tras el ladrido de los perros, hacia la oscuridad del monte. Machete en mano iba mi abuelo cuando lo encontró. Tirado entre los caraguatás, ensangrentado por las espinas, yacía Dami. Lo alzaron y lo llevaron. Mientras tanto, el ladrido de los perros se perdía entre la espesura del monte.
- Por tres meses el muchacho no habló del susto. Cuando lo hizo, contó que esa noche al despertarse con los ladridos, dos fuertes brazos velludos lo alzaron sobre el hombro y su raptor salió corriendo perseguido por los perros. Del susto, del bamboleo y sobre todo por el catingudo olor que lo envolvía, Dami se desmayó y ya no recordaba nada. Tan sólo que ese ser, fuerte, negro, peludo y oloriento quiso llevarlo aquella noche. Claro que nunca más quiso dormir en el patio, ni menos andar hondeando por el monte.
Mis alumnos escucharon el relato y no sé si quedaron o no convencidos. Tal vez luego de un tiempo, quizá mañana, pueda contarles algo más, porque esta tarde, cuando fui de pesca, escuché el silbido y esta vez sí le contesté. Por si acaso, le tengo preparado tabaco negro, caña de azúcar y miel.